lunes, 8 de septiembre de 2025

CUENTOS ROQUEROS DEL ESTE MENDOCINO

(Creación con herramientas de inteligencia artificial, tras análisis de notas autobiográficas)

Provinciano en Capital: Rock y Pluma


Novela gráfica con lenguaje gauchesco y roquero;

"¡Es como fusionar el campo con la ciudad, el mate con el solo de guitarra!".

Esto no es sólo una historia, es el latido de un provinciano en la jungla de cemento.

................


Un colectivo destartalado, con poca gente, avanza por una autopista.

Afuera, el paisaje de los viñedos queda atrás y con la imagen del campo de solamente tierra y pasto se va desdibujando y se asoman los primeros edificios.

El sol de la mañana pega de atrás al roquero de 30 años.

Pelo largo, una guitarra al hombro en su funda gastada y la mirada perdida en la ventana. Viste una camisa a cuadros y jeans rotos.

"La tierra de uno, de donde venimos, no es sólo polvo y silencio. Son raíces, son las charlas que uno se guarda, las que te hacen ser quién sos. Yo andaba con el alma atada a las cunetas, a los viñedos de mi Rivadavia mendocina, pero sentía que mi destino estaba en otro lado.

Y así, con lo puesto y la guitarra como única compañía, me subí a este tren pa' buscar la gran ciudad".

En el interior del colectivo. el roquero se sienta junto a una ventanilla. Un abuelo con boina lo mira de reojo:

"Y, m'hijo, ¿adónde va con esa caja de madera? ¿A buscar fortuna?".

-"No, tata. No busco oro. Busco que el alma se me ponga eléctrica. Busco un lugar donde mi viola no solo suene, sino que cuente todo aquello que lo que no quieren que escuchen hacerlo escuchar".

Calle Corrientes. Noche. Neón por todos lados, un río de gente apurada, carteles de teatros y pizzerías. El roquero, recién bajado del colectivo, parece un gaucho en medio de una estampida. Se ve chiquito, abrumado, pero con la mirada firme.

"La Capital te come, te escupe, te marea. Apenas llegás, el ruido te taladra los tímpanos y el humo te hace toser. Pero en el medio de todo ese quilombo, en cada rincón, en cada cara, sentía una historia que tenía que contar. Mi guitarra, mi pluma, mi garganta… se habían preparado para esto. Eran mis armas en esta batalla urbana".


Un banco en la Plaza de los Dos Congreso. El roquero está sentado, con la mochila y la guitarra a sus pies. La luz de un farol ilumina su rostro. Se ve cansado, pero con una chispa en los ojos.

"¿Y ahora qué, che? El viento de la ciudad no es igual al del campo. Es más frío, más apurado. Pero al final del día, el que es gaucho de alma, se levanta y sigue. La vida es como un solo de guitarra. Tenés que darlo todo, aunque no tengas la certeza de que vayas a gustar".

El roquero tocando unos acordes en su guitarra. Los edificios de la ciudad se ven como siluetas al fondo.

Las notas musicales flotan en el aire y se mezclan con las luces de la ciudad.

"En mi pueblo, mi música era para el fogón, para la sobremesa. Aquí, mi música es para la calle, para la gente que anda a los tropezones, para los que buscan un refugio. El rock no es sólo un género, es una forma de mirar el mundo. Es la rebeldía del que sabe que la vida no es fácil, pero que se planta igual. Y aquí estoy, en la cuna de los gritos y los sueños, listo para dar mi concierto".