viernes, 22 de agosto de 2025

CUENTOS ROQUEROS DEL ESTE MENDOCINO

 

NIÑO VIÑATERO ROQUERO


Érase una vez, en un pintoresco valle rodeado de viñedos y chacras fértiles, donde había un niño a quien habían apodado "El Loco de Juan", por una canción que había compuesto.

Este lugar, bendecido por el sol y la tierra generosa, producía uvas jugosas para vinos exquisitos y cosechas abundantes de frutas y verduras. Los habitantes del lugar trabajaban con dedicación en sus campos, siguiendo tradiciones ancestrales que se transmitían de generación en generación.


"El Loco de Juan" era un niño curioso y enérgico, con el cabello revuelto y una guitarra improvisada hecha de una caja de madera y cuerdas de hilo. Aunque crecía entre las vides y los surcos de la tierra, su corazón latía al ritmo de la música rock. 

Escuchaba en secreto las canciones de bandas legendarias que su abuelo le había mostrado en un viejo reproductor, soñando con tocar en grandes escenarios.

Sin embargo, en el valle, la vida giraba en torno al trabajo en la chacra: plantar, regar y cosechar. Los vecinos decían que un chico como él debería enfocarse en aprender el oficio de la tierra, no en sueños ruidosos de guitarra.


Un día, durante la fiesta anual de la vendimia, donde todos se reunían para celebrar la cosecha con danzas folclóricas y canciones tradicionales, Mateo decidió compartir su pasión. Con nervios pero determinación, subió a un improvisado escenario hecho de cajones de uvas y comenzó a tocar su guitarra. Al principio, las notas rockeras sorprendieron a la multitud, pero pronto, el ritmo vibrante se fusionó con los sonidos del valle: el golpeteo de las pisadas en la tierra, el susurro de las hojas de vid y el eco de las risas infantiles.

Para sorpresa de todos, la música de "El Loco de Juan"inspiró a los niños del valle a unirse.

Algunos trajeron tambores hechos de baldes, otros silbaban melodías como el viento entre las chacras.

Juntos, crearon una canción única que honraba tanto la tradición viñatera como el espíritu libre del rock.

Desde ese día, "El Loco de Juan"se convirtió en el "chico roquero del valle", enseñando a sus amigos que los sueños pueden crecer como las uvas en la vid: con raíces en la tierra y alas hacia el cielo.

Y así, en aquel lugar viñatero y chacarero, la música y la cosecha se entrelazaron, recordándonos que cada uno puede encontrar su propio ritmo en la vida.

Fin.

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